La muerte



 Del libro de Viktor Frankl : " La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y religión"

He visto morir a ateos convencidos, que en la hora suprema han dado testimonio de lo que jamás durante décadas, hubieran estado en condiciones de anticipar a nadie, a saber, de un sentimiento de seguridad, de descanso sereno, que no solo se burla de su ideología pasada, sino que tampoco se puede intelectualizar o racionalizar. De profundis resuena algo, brota algo, surge una confianza total que no sabe a quien se dirige ni en qué confía (…) El enfermo que goza de lucidez debiera comprender que todo lo tiene perdido, si embargo sigue esperando, espera hasta el fin ¿ qué es lo que espera? La esperanza de estos enfermos, que en primera línea puede tratarse de una esperanza ilusoria de curación en este mundo y solo en un fondo más o menos recóndito deja entrever un sentido trascendental, debe ser inherente a la propia esencia del hombre, que nunca puede estar sin esperanza; apunta sin duda a una consumación futura en la que es razonable y natural creer, aún para el hombre sin dogma.

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