¿ De qué tenemos miedo ?

Si echamos un vistazo rápido a los evangelios ,nos damos fácilmente cuenta de que una de las palabras que más se tropieza con nuestros ojos, es la palabra PAZ:
El ángel se lo dice a Zacarías: “ no temas porque tu petición ha sido escuchada “ y a María:” No temas, porque has hallado gracia ante Dios”… Y a José: “ no temas tomar a María como esposa “ y después a los pastores de Belén: “ no temáis, pues os anuncio una gran alegría “…y en boca de Jesús: “ no temas pequeño rebaño, pues a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el reino”… en medio de la tempestad; “ ¿ por qué tenéis miedo hombres de poca fe?”…” ánimo, que soy Yo, no temáis…” en la Transfiguración : “ levantaos, no tengáis miedo…” a sus discípulos: “ os doy mi paz, pero no os la doy como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde”…Y en las apariciones post-pascuales, Jesús les dice una y otra vez: “ la paz a vosotros”…” ¿ por qué os turbáis? ¿ por qué se suscitan dudas en vuestro corazón?”…. y el ángel a las mujeres en el sepulcro vacío: “ vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús el crucificado”...
La imagen de Dios en el cristianismo, siempre va unida a la PAZ. Teniendo en cuenta que venimos de una tradición religiosa que cada vez que piensa en Dios, asocia temor, castigo, incertidumbre, duda… resulta una novedad pasmosa y espectacular, contemplar a un Dios cercano, amigo, propicio y amoroso.
El miedo nos acompaña, nos seduce, echa raíces en nuestras vidas : miedo a la enfermedad, miedo a perder el trabajo, miedo a que nos dejen de amar, a perder la estabilidad, miedo a envejecer, a dejar de ser guapos, a no tener nunca novio, a que fracase el matrimonio, a no saber educar a los hijos, a no tener dinero, a no poder pagar la hipoteca, miedo a nosotros mismos, a nuestras angustias, a nuestras manías, a nuestras reacciones… Miedo a vivir en definitiva. Y proyectamos nuestros “ temores” en el “ TEMOR “ a Dios, como si Dios estuviera hecho de la misma pasta que nosotros.
La experiencia que tenemos es que por nuestro esfuerzo podemos conseguir algunas o muchas cosas, pero ciertamente, la PAZ no nos la podemos dar a nosotros mismos. La paz solo viene de Dios. Siempre.
Si un día, como un regalo suyo inmenso, hemos tenido la experiencia gratuita e inexplicable de tener paz, a pesar de la adversidad y en contra de todo pronóstico, es que hemos sido tocados por su gracia. Es la misma experiencia que han tenido los grandes Místicos, y que no es otra, que la de conocer a Dios, en lo más genuino. Pero no se trata de una paz “ blandengue”, como de “ mantequilla”, sino de una paz seria, en mayúsculas, que da alas y seguridad a la vida y que ofrece la posibilidad de asumir el sufrimiento en toda su envergadura.
Es cierto que se nos promete la paz y la dicha en la Vida Eterna, al final de nuestros días, después de la hora de la muerte. Pero ¿ para qué esperar al final de nuestra vida? ¿ para qué perder el tiempo sumidos en miedos, angustias y temores? ¿ por qué no desanchar HOY el corazón y liberarlo de tantas esclavitudes que tememos ?
Solo hace falta una cosa: Gritar al Señor desde nuestro temor incierto y desde nuestros miedos concretos, y comprobaremos con alegría de qué manera el Dios de la paz sale presuroso a nuestro encuentro.

Glòria Vendrell i Balaguer

Comentaris

  1. I jo necessito, com l'aire que respiro, aquesta pau caiguda del cel. aquesta pau que no ens podem donar nosaltres mateixos...
    També perdre la por, perdre les pors absurdes que sorgeixen de la meva por a la vida en general.

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