" Oyente de la Palabra"

Dado que el prestar oído, considerado por parte del hombre, debe contar igualmente con el silencio de Dios, la manifestación de Dios por si mismo, es a este respecto, una gracia imprevisible e indebida (…) La percepción del silencio de Dios es también una respuesta que hace razonable el acto de atender, ya que también mediante el silencio de Dios, mediante su actitud reservada y negativa, puede el hombre ser lo que está llamado a ser necesariamente : espíritu personal, finito e histórico ante el Dios personal infinito y libre (…) Incluso presuponiendo que Dios se calle, el hombre percibe una Palabra de Dios : su silencio. Y aún en este caso, la última actitud existencialmente decisiva del hombre, consistiría en inclinarse ante este Dios silencioso y así el hombre sería en cierto modo teólogo de una declaración histórica . ...