La pau
Del papa Benet XVI en la jornada
d'oració per la pau
a Assís 2011
En nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia.
Lo reconocemos llenos de vergüenza. Pero es absolutamente claro que éste ha
sido un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su verdadera
naturaleza(...)
La Cruz de Cristo es para nosotros el signo del Dios que,
en el puesto de la violencia, pone el sufrir con el otro y el amar con el otro.
Su nombre es “Dios del amor y de la paz“ (2 Co 13,11). Es tarea de todos los
que tienen alguna responsabilidad de la fe cristiana el purificar
constantemente la religión de los cristianos partiendo de su centro interior,
para que – no obstante la debilidad del hombre – sea realmente instrumento de
la paz de Dios en el mundo(...)
Pero el “no“ a Dios ha producido una crueldad y una
violencia sin medida, que ha sido posible sólo porque el hombre ya no reconocía
norma alguna ni juez alguno por encima de sí, sino que tomaba como norma
solamente a sí mismo. Los horrores de los campos de concentración muestran con
toda claridad las consecuencias de la ausencia de Dios (...)
Hay una concepción y un uso de la religión por la que esta se
convierte en fuente de violencia, mientras que la orientación del hombre hacia
Dios, vivido rectamente, es una fuerza de paz (...)
( los agnósticos )
buscan la verdad, están en la búsqueda de Dios. Personas
como éstas no afirman simplemente: “No existe ningún Dios“. Sufren a causa de
su ausencia y, buscando lo auténtico y lo bueno, están interiormente en camino
hacia Él. Son “peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz“. Plantean
preguntas tanto a una como a la otra parte. Despojan a los ateos combativos de
su falsa certeza, con la cual pretenden saber que no hay un Dios, y los invitan
a que, en vez de polémicos, se conviertan en personas en búsqueda, que no
pierden la esperanza de que la verdad exista y que nosotros podemos y debemos
vivir en función de ella.
Pero también llaman en causa a los seguidores de las
religiones, para que no consideren a Dios como una propiedad que les pertenece
a ellos hasta el punto de sentirse autorizados a la violencia respecto a los
demás. Estas personas buscan la verdad, buscan al verdadero Dios, cuya imagen
en las religiones, por el modo en que muchas veces se practican, queda
frecuentemente oculta.
Que ellos no logren encontrar a
Dios, depende también de los creyentes, con su imagen reducida o deformada de
Dios. Así, su lucha interior y su interrogarse es también una llamada a los
creyentes a purificar su propia fe, para que Dios – el verdadero Dios – se haga
accesible.
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