Les arrels semites i jueves de Jesús

 És molt fàcil imaginar Jesús Déu per a qui creu que ho és, però el que costa més és imaginar i pensar en Jesús com a home veritable, com a jueu del seu temps, com a nen que va viure normalment amb els seus pares i entre altres nens i nenes com ell... però així va ser.

Robert Aron : “ Los años oscuros de Jesús

(Jesús asiste regularmente a la ) Sinagoga de pueblo en donde el canto de los pájaros, viniendo por las grandes puertas abiertas, tiene el lugar de órgano, donde los olores de los campos tienen lugar de incienso. Detrás de él, en la tribuna de las mujeres, divisa a María, su madre....

Tal es el «mundo de las oraciones», solemne y familiar, en el que José introduce al niño Jesús desde sus primeros años. Le conduce, como mínimo, tres veces por semana, es decir, el sábado (viernes por la noche y sábado) y los otros dos días, lunes y jueves, en que tiene lugar la lectura de la Tora, 

En su hogar, como en la sinagoga del pueblo Sobre la puerta de su casa, de la morada, sin duda muy modesta, donde se pasó la infancia de Jesús, él (José ) ha colocado una mezouza esto es, en un tubo de metal, un trozo de pergamino (con el shemá escrito y enrollado )
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He aquí a José en su banco, revestido de su tallith en los oficios donde se hace salir la Ley, pero vestido simplemente con su mejor vestido para las otras ocasiones. Tiene la cabeza cubierta en signo de sumisión y de temor ante el Eterno, pero también como una compostura y una distinción, evocando la predestinación de Israel a quien «Dios corona de gloria». A su lado, un niño, la cabeza igualmente cubierta, tan pronto atento a la celebración del culto, tan pronto distraído y fatigado por esas plegarias que le parecen a menudo interminables en una lengua que no conoce. Es como todos los judíos jóvenes que son llevados a la sinagoga.
(...)
La sinagoga es, a la vez, el lugar real donde los niños, sus camaradas, se maravillan o bien se aburren, atentos o turbulentos, mascullando restos de plegarias en una lengua que conocen poco, o alborotando como hacen los escolares, cuando no pueden seguir bien. Pero es también el lugar de transfiguración donde toda palabra tiene su resonancia, toda mímica su necesidad, toda hora su significado. 

Casa de edificadores de tiempos, casa del mundo de la oración, casa en donde la atmósfera está densa por todo el peso de la vida, exaltante de todas sus alegrías, y cargada de todos sus secretos. Imaginémonos al niño Jesús participando en tanta simplicidad familiar al mismo tiempo que en tanto misterio, penetrando en este universo a la vez banal y sublime. 
(...)
El Kaddisch constituye, en efecto, una de las fuentes del Pater Noster. Ciertas frases de esta plegaria fundamental del cristianismo tienen su origen en el Kaddisch- (...)

El Shemá el Shemone- Esre y el Barekhou, no puede haber ninguna duda : forman parte del oficio judío del que participó Jesús Podemos pues figurarnos con certeza las palabras que Jesús salmodió durante los oficios sabáticos en la sinagoga de Nazareth

( Respecto al lenguaje ) Jesús, que se empapa de semitismo al estado puro, no tiene nada que le moleste para comprender ciertas expresiones que en nuestros días interpretamos en falso. Los contrasentidos de nuestros espíritus latinizados sobre frases entonces corrientes no vienen ni siquiera a su pensamiento.

Así, en torno a Jesús niño, en el marco de su casa familiar, todo un universo consagrado a lo divino se revelaLo sagrado le acompaña en su domicilio en cada uno de sus instantes. De sus efluvios familiares, colora cada uno de sus actos, acompaña cada uno de los pensamientos del niño.

(...)
Jesús que, según los Evangelios, habría condenado con tanta frecuencia el ritualismo judío de su tiempo, se enfrenta a veces con el clero del Templo de Jerusalén, pero jamás con la sinagoga. Es en ella donde se despertó a la vida judía.
(...)
Esas dos ramas de un mismo tronco, Talmud y evangelios presentan afinidades ( al tiempo que divergencias) (...) El talmud se perpetúa en bastantes lugares de los Evangelios. Así la tradición judía no es solamente para Jesús una fuente de fórmulas o de preceptos, constituye igualmente una escuela de pensamiento. Encuentra en ella una dialéctica que sin duda transformará, pero que, en el origen, aparece en sus frases. (...) Jesús se expresa por tanto en estilo rabínico, emplea la parábola (machal), emplea el comentario (deracha), para exponer ideas judías. 
(...) 
Será sin embargo necesario no dejar —aunque no fuese más que un instante— la menor duda sobre la diferencia que presentaría la predicació de Jesús comparada con la tradición rabínica. (...) El primer punto por el cual Jesús debía sorprender a los habituados a las discusiones talmúdicas o a los sermones fariseos, resulta de la forma en que se dirigía a los fieles. (...) El talmud es una obra comunitaria: corresponde al sentimiento propiamente judío de que el comentario de la Ley es una manifestación de la alianza concluida por Dios, no como tal o cual hombre, sino con el conjunto de la comunidad de Israel. Es por tanto una innovación, particularmente audaz, la de Jesús hablando en la sinagoga, no refiriéndose a tal o cual talmudista, sino continuando por su cuenta, dando como su pensamiento propio, algunos elementos desprendidos del pensamiento de los doctores. Eso debió ser un escándalo para los fariseos de entonces: Jesús se atribuía un papel, tomaba una iniciativa, asumía una independencia de espíritu a la cual Moisés mismo no había jamás podido pretender. Hablar en nombre de Dios, sin pasar por la tradición, pero invocando una alianza personal con el Eterno. 

Jesús, de tradición judía, sabe igualmente que un hecho no vale tanto por sí mismo como por su interpretación. Pero vive en una época en que 
el espíritu greco-latino se extiende por Israel, donde la Biblia de los Setenta racionaliza y deseca la religiosidad judíadonde los hechos destinados a manifestar la existencia de Dios y la venida de su reino, comienzan a ser apreciados en su positividad. 

El pensamiento judío de la época se encuentra pues en difícil situación. Jesús, como sus auditores, se sitúa, así, entre dos sistemas de interpretación del mundo. Para unos, el mundo es sagrado, y su sentido importa en primer lugar. Para los otros, es profano; sus dimensiones, sus encadenamientos lógicos, y quizá incluso su técnica, son lo que cuenta sobre todo. Por tanto Jesús, en el curso de los años oscuros, en el curso de este período misterioso de reflexión que le prepara al misterio de su predicación y de su muerte, participa en las dos fases de la evolución espiritual. Se encuentra en los confines de dos civilizaciones, quizá incluso de dos mundos. De una parte, la tradición judía, donde por primera vez el espíritu bíblico se tropieza con la hegemonía de los métodos racionalistas. De otra parte, el Imperio romano, en quien culmina la civilización pagana, prendada de claridad lógica y de eficacia práctica, pero que subordina la fe a las necesidades de la ciudadJesús está arraigado en una y obligado a manifestarse en la otra. 

Toda tentativa de explicación de lo que pudo ser, entonces, su debate interior, todo rechazo de la responsabilidad del drama sobre uno de los dos partidos en presencia, sobre los judíos o sobre los romanos, falsearía las perspectivas y mutilaría a la vez el sentido humano y divino.

En realidad, la Pasión de Jesús resulta del choque fatal de dos civilizaciones y toma así un sentido histórico todavía más profundo si es posible, pero también un sentido religioso que nadie puede discutir.

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