La conciencia
Del libro de Viktor Frankl : " La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y religión"
El hecho psicológico de la conciencia es pues solo el aspecto inmanente de un fenómeno trascendental, la pieza que penetra como una cuña en la inmanencia psicológica. La conciencia es solo el lado inmanente de un todo trascendental.
Podremos comparar la conciencia con lo que sucede en el ojo. De la misma manera que en el lugar de origen de la retina, o sea en el lugar de entrada del nervio óptico, la retina tiene su propio “ punto ciego”, así también el espíritu, precisamente allí donde tiene su origen, es ciego a toda autocontemplación y autoreflexión; allí donde es enteramente primordial, totalmente “ él mismo” es inconsciente de si mismo. Podríamos aplicar lo que leemos en los antiguos Vedas indios : “ ve y no puede ser visto, oye y no puede ser oído, piensa y no puede ser pensado”.
El intercambio con la conciencia es un auténtico diálogo, por consiguiente, más que un mero monólogo, cuando mi conciencia es más que mi propio yo, cuando es portavoz de algo distinto de mi mismo.
Para salir de la problemática del origen de la conciencia no existe camino alguno psicológico o psicogenético, sino únicamente ontológico (…) Del mismo modo que el ombligo humano, considerado por si mismo, parecería no tener sentido, porque ha de entenderse solamente a partir de la “ prehistoria” del hombre, o mejor todavía, de su “ historia” antes de nacer, y considerarse como “ un resto” en el hombre, que trasciende a éste último y lo remite a su procedencia del organismo materno en el que fue formado, así también la conciencia solo puede entenderse en su sentido pleno, cuando la concebimos remitiéndola a su origen trascendente.
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