La religiosidad



 Del libro de Victor Frankl : " La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y religión"

La religiosidad es íntima al hombre en un doble sentido: está en lo más hondo de él, y como el amor, se halla también bajo la protección del pudor.
La religiosidad no podría originarse en ningún inconsciente colectivo, por pertenecer a las decisiones personales, mejor, a las más personales y propias del yo; estas decisiones pueden muy bien ser inconscientes, pero como ya lo hemos demostrado hace tiempo, no por fuerza han de pertenecer a la esfera de los impulsos del ello.

La verdadera y auténtica religiosidad no tiene carácter impulsivo, sino decisivo; la religiosidad permanece con su carácter decisivo y deja de ser tal si se asimila a la impulsividad. Porque la religiosidad o es existencial o no es en absoluto.

En la medida en que la religiosidad inconsciente está reprimida, solo puede esperarse que allí donde no está del todo cegada, donde sobresale, aparezca adherida todavía a las vivencias de la infancia.

La religiosidad solo es auténtica allí donde es existencial, es decir allí donde el hombre no es de algún modo impulsado a ella, sino que él mismo se decide por ella. Ahora vemos que a este momento de la existencialidad viene a sumarse un segundo momento, el de la espontaneidad: la verdadera religiosidad, puesto que es existencial, ha de llegar a un punto en que brote espontáneamente. Jamás un hombre ha de ser apremiado a ello.

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